Leonora Carrington

El caballo que fue mujer,  Leonora Carrington, la yegua con cara de mujer, el caballo celta que deambuló soñando despierto
alma perdida en la locura
Leonora Carrington de origen inglés, vivió vagando por el mundo, Francia, España, Nueva York y finalmente México, lugar inhóspito en el que culminó su obra y su vida. 


animal que pintaba sueños de mundos soñados por alquimistas equinos
Estrella fugaz que rasgó al siglo XX


Conocer la pintura de Leonora es cabalgar dentro de una cosmogonía. Es hacerse participe de un viaje iniciativo en lo hondo del alma de una esotérica pintora buscansose así misma, afirmándose ante todos aquellos que la veían como un animal manso en vez de la bestia salvaje que viajaba en sueños y se encarnaba en cuadros. 
La pintura de Leonora es surrealista no solo por haberse codeado con Andre Breton, o por haber sido amante de Max Ernst sino porque su complejo pictórico encierra la libertad del sueño, la liberación del inconsciente, el juego de la realidad excedida a la locura, a la mística esotérica. 
Fue gran amiga de Remedios Varos, otra soñadora surrealista buscándose en el soleado de mitad de siglo XX.
Pensar en surrealismo no es solo pensar en psicoanálisis masculino, pensar en pintura no es solo pensar en el avaro Dalí, pensar en suerralismo es pensar en estas mujeres perdidas en México que no querían a Frida Kahlo, que leían sobre alquimia, que pintaban porque así soltaban nudos y viajaban a otros mundos. Porque al igual que yo sentían la soledad amarga de la noche, hablaban entre sueños, fumaban a media noche y se lanzaron al camino espiral de conocerse a sí mismas. 

Tu Leonora que siempre fuiste fiel a tu voluntad. A tu voluntad de caballo no domado 
Te nombro tuya se esa estrella próxima a Venus, por ti fumo el último cigarrillo de mi cajetilla
Por ti le hablo a los animales sobre la primera vez que vi tus cuadros y Poniatowska canto tus historias. 












"El surrealismo, eso sí era la revolución permanente, la que empieza por uno mismo. La poesía se volvería carne y sangre como lo pedía Éluard, los hombres y las mujeres los ancianos y los recién nacidos vivirían al borde de sus sentidos, destruirían al ejército, las cárceles, los burdeles y sobre todo las iglesias. Ahora si, la respuesta la tenían los pintores, los escritores, los experimentadores, los científicos, los inspiradores, los románticos, las musas que guían a los creadores, los que no tienen miedo a mostrarse desnudos y los niños que se avientan al vacío colgados de un paraguas"
Leonora, Elena Poniatowska.
















Comentarios

Entradas populares de este blog

Orphée (1950) Jean Cocteau

Manifiesto del no ser

On the road Jack Kerouac