Manifiesto del no ser



Frente a los imperativos sociales de ser una persona de bien, ser un ciudadano de bien, ser una persona exitosa, ser un consumidor o un cliente, ser un artista (que engreidos son), ser autor y publicar, ser un buen profesor, ser un buen padre, ser buen hijo, ser un correcto heterosexual, ser un guapo homosexual, ser un alegre bisexual, ser un buen cristiano, ser católico apostólico y romano. Frente a la obligación de ser alguien en la vida, encajar en un rol en la sociedad, pero no cualquier rol, ser útil o sino estorbas. O ser lo que se quiera siempre y cuando se tenga el dinero para consumir y por medio de la mercancía llegar a ser eso que se quiere. Yo digo no quiero ser, no quiero consumir, no quiero ser cliente, quiero ser persona (máscara), construcción, equivocación y ser un zoon politikon que corre hacía la vida, no hacía el mercado. 

No Ser. No ser alguien, ser muchos y a la final ser ninguno. Es posible habitar el mundo siendo muchos; es posible ser habitado por una manada que corre de forma deliberada hacia el fin, el fin de la vida, no del destino, ¿el fin es destino? O acaso puede ser más divertida una manada nómada, en movimiento, nunca un fin, nunca un punto, siempre muchos. Soy muchos en un momento soy ella, en un momento soy él. Por eso entiendo al otro porque también puedo ser él/ella, no comprenderlo del todo pero si lo suficiente para tener empatía. 

No Ser. No ser y que el mundo se nos vaya viviendo, aprendiendo, caminando, no solo gastando y dependiendo.

Las redes sociales se construyen con base al ego. Las redes sociales vuelven exitosa a cierto tipo de gente, con estatus corporal (la belleza en las redes sociales tiene todo un entramado y una configuración unido al lente y al cuerpo), nivel socioeconómico. Las redes sociales por medio de un algoritmo están diseñadas  para que sean de tu agrado y siempre veas contenido de tu preferencia. Dejas de ver al mundo como es, para verlo como deseas. Lo que deseas ver, lo deseas en tu vida, deseas consumir redes sociales, fotografías, vida, basura, simulacros. 

La vida virtual ya nos tomó, el siglo XXI está en nuestra psique, somos nuestra comunicación y nuestras series de acciones simultáneas. Entre cables, encierro de cuarentena qué hacemos. No se trata de ser productivos, se trata de no ser productivos para alguien, si no lo soy para mi por lo menos no quiero serlo para nadie. 

Como una moneda viva nuestra identidad alimenta las redes, la publicidad. Nuestra identidad simula ser un yo en redes, es mejor no ser un yo. Es mejor ser persona, ser máscara, ser construido, ser en proceso. No ser algo acabado. Ser algo equivocado, algo que apuesta por ideas. Algo que actúa y asume consecuencias.

No Ser consumidor. Buscar habitar el mundo de otras formas, menos nocivas para la naturaleza. Buscar habitar el mundo como un nuevo tipo de ilustrado, sin la imposición de la sexualidad, de la religión, de los valores, construir valores propios. No ser ciudadano con valores impuesto. Ser alguien equivocado, en construcción que pide perdón ante la equivocación pero no con culpa sino con risa.

No ser feminista, feminismo es solo para mujeres (ellas no quieren a nacidos bajo designación hombre) y yo soy chico creo serlo o estoy a punto de decidir no serlo, de pronto ser Queer. O mejor no ser, mejor ser solo algo, algo equivocado, no políticamente correcto. Lo políticamente correcto es neutro, es algo que quiere ser agradable, pero no lo es y no porque se una a mi NO SER, sino que no es nada, solo el vacío posmoderno para que ninguno hable, para que haya cosas que no rayen. Lo políticamente correcto es como un lápiz que no raya, una tinta muy suave, tanto que ni se ve. 

Ser o no ser.

No simular sino vivir. Respirar contaminación, usar tapabocas. Sobrevivir a 2020. Ser del siglo XXI. Generación nacida en el 90 preparada para el nuevo siglo. Adiós siglo XX. No hay progreso, no hay sentido, no futuro. 


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